España y su idilio con el balón: el eterno retorno hacia el triunfo.
Aún conservo el preciado Jabulani en un rincón de mi habitación. El nombre del balón con el que ganamos el Mundial de Sudáfrica en el año 2010 fue elegido como tributo a Johannesburgo o la “Ciudad de Oro”. Valga la redundancia para recordar la época dorada del fútbol español, en la que tuvimos la suerte de contemplar la difícilmente igualable proeza de uno los mejores equipos de todos los tiempos: la consecución de dos Eurocopas y un Mundial, el primero en nuestra historia. Y jugando con él, con el balón.
Y es que, como bien dice mi estimado Toni Cruz, el título en el palmarés, es eterno. No lograrlo ayer conduce a una inexorable frustración y, por ende, a la lágrima. Ello muestra lo difícil que es lograr la victoria por lo que reitero de nuevo la fortuna de nuestra coetaneidad con la época triunfante. Pese a ello y con la pena que aún siento escribiendo estas líneas, muestro mi orgullo por este grupo humano que ha representado a nuestro país dando todo lo que tiene. Y, aunque suene como consuelo, este es el mayor triunfo, que no es más que el establecimiento de una base y de un equipo que puede constituir el comienzo de un nuevo ciclo que conduzca hacia el éxito y la victoria.
Echando la vista no tan atrás, pudo producirse el aún deseado cambio de ciclo con aquella selección entrenada por Julen Lopetegui. Ésta, clasificó con creces y de manera brillante para el Mundial de Rusia en 2018, sin embargo, el incidente ocurrido previo al comienzo de la competición que desembocó en la destitución del seleccionador nacional por parte de la presidencia y directiva de la Real Federación Española de Fútbol, considero que fue uno de los condicionantes, y no el único, que privó a nuestro país de gozar de una oportunidad única tras tantos años de irregularidad de conducir hacia la senda del triunfo. Retornando de nuevo a la presente fecha, se puede constatar la existencia de nuevos contratiempos que han afectado a la selección española previo a la celebración de la Eurocopa del año 2020: la situación de pandemia mundial por la COVID-19 que hace postergar el comienzo de la competición en un año, las lesiones sufridas por el veterano capitán Sergio Ramos, las cuales han impedido su presencia en la convocatoria para el torneo y la existencia de un caso positivo por coronavirus de uno de los pilares de este equipo, Sergio Busquets.
El positivo del jugador catalán constituyó un escenario atípico que provocó la necesidad de establecer burbujas de jugadores paralelas y la participación de la selección española sub-21 en un amistoso perteneciente a la absoluta. En un clima de tensión e incertidumbre y a una semana de comenzar la competición, emergió la figura del seleccionador nacional, Luis Enrique, el cual mostró su tranquilidad y liderazgo además de comunicar su decisión acerca del jugador contagiado. Lo esperó. Y la presencia del de Badía del Vallés en el verde implicó la mejora del juego de la selección, la cual tiene la suerte de gozar con un jugador que tiene el propio campo en la cabeza. Insustituible, único en su posición. Protege el balón, y genera ocasiones de la nada superando a los rivales mediante la creación de líneas de pase, sin olvidar su buen posicionamiento incluso en banda para atraer y generar espacios además de su contundencia metiendo el pie en el robo de balón. Ya lo manifestaba don Vicente del Bosque, el cual se deshizo en elogios afirmando que, de volver a ser jugador, le hubiese gustado parecerse a él. En definitiva, el resultado ha sido la contemplación de una de las mejores exhibiciones que se recuerdan por parte de un mediocampista en un torneo internacional superada la treintena de edad.
La historia de Sergio Busquets no es la única que constituye una superación personal en esta Eurocopa. Desde la fase de grupos, se ha cuestionado no solo la actuación futbolística de, por ejemplo, Aymeric Laporte, sino que también y de manera insólita su sentimentalidad hacia España. El jugador español contestó de la mejor manera posible tanto en la rueda de prensa como en el terreno de juego, firmando una notable actuación atrás e incluso demostrando su faceta goleadora en el tercer partido de la fase de grupos. Enlazando con el tema de la defensa, a mi juicio, se cometen dos errores atrás en el inicio del torneo como son el de jugar con dos zurdos en el centro de la defensa y el de no contar con la participación, desde el primer momento, del reciente campeón y capitán del equipo que se ha alzado con la UEFA Champions League, César Azpilicueta. Pese a ello, el seleccionador revierte ambos errores con la introducción del navarro en el lateral derecho, el cual mejora ostensiblemente el juego de la selección con su participación en el carril derecho y coloca al diestro Éric García para formar pareja de centrales junto a Laporte.
Pasando al medio del campo, topamos con la actuación superdotada de un niño, hecho hombre, de solo 18 años. Un inconmensurable Pedro González “Pedri” que, para muchos, y para el seleccionador, no nos pilla por sorpresa lo que ha realizado en esta Eurocopa y en la presente temporada con el Fútbol Club Barcelona. La confianza del seleccionador se justifica por el juego de todos los minutos posibles, a excepción del último minuto de la prórroga contra Suiza. Son muchos los elogios mundiales recibidos por el jugador canario en estos días, sin embargo, estos no deben interferir en la proyección de un jugador que cuenta con un enorme potencial y que aún tiene una faceta pendiente por mejorar y que él mismo reconoce: el disparo a puerta.
En la parte delantera del terreno de juego, destaco dos nombres propios, el de Pablo Sarabia y el de Álvaro Morata. El primero, fue la gran sorpresa de la lista de convocados de Luis Enrique, para él y para todos, ya que tenía incluso las vacaciones programadas con su pareja. El seleccionador ya contaba con su participación en anteriores convocatorias y tanto una lesión muscular como la situación de pandemia impidieron su aparición en posteriores listas. Pese a ello, el asturiano confiaba en él y lo veía adecuado para su juego, siendo positiva su apuesta al firmar el madrileño dos goles y dos asistencias en cinco partidos y la participación en más de un cuarto de los goles anotados por el combinado español. Por desgracia, una microrrotura en el aductor derecho le priva la oportunidad de jugar la semifinal frente a Italia. A mi parecer, ha sido una de las bajas más sensibles en el torneo. El segundo jugador, Álvaro Morata, la gran apuesta de Luis Enrique y el jugador que más repercusión ha generado a lo largo de la competición. “Morata y diez más”. Después del primer partido en la fase de grupos, considero que la expresión del aficionado es entendible y respetable si decide mostrar su disconformidad en forma de pitos hacia un jugador en el caso de que éste no dé el nivel o su actitud sea pobre en el campo, sin embargo, considero que este no era el problema ni el caso de Morata. Éste radica, a mi parecer, en la gestión de las emociones dentro y fuera del terreno del juego y muestra de ello, son las desafortunadas declaraciones realizadas tras el partido contra Polonia en las que mostraba su disconformidad con la afición en un contexto de alta tensión y frustración. Pero a Álvaro Morata lo necesitábamos, y tanto que lo necesitábamos que suyos fueron los goles que permitían tanto el pase a cuartos de final en el partido frente a Croacia y su notable actuación tras su entrada al terreno de juego contra Italia culminada con un gol que nos mantenía con vida en el torneo europeo. Queda mucho Álvaro Morata para rato si consigue minimizar sus carencias y definir sus cualidades dentro y fuera del área.
Por último, en lo que a la superación personal respecta y pasando por la portería, destaco la figura de Unai Simón. Considero que el guardameta vasco ha sido el mayor ejemplo de saber recomponerse ante la adversidad. Y es que actuaciones como la de Suiza en la tanda de penaltis son las que consagran a un jugador y, especialmente, a los porteros. De “villano” a héroe. Entre comillas porque para mí nunca lo fue, ya que, sin tener en cuenta el error de octavos de final contra Croacia y que para nada empaña su brillante actuación en esta Eurocopa, ha contribuido a la salida de balón con creces, ha aparecido en momentos clave para el equipo y se ha consolidado como el jugador titular en una posición que, tras las desafortunadas y decepcionantes actuaciones de anteriores jugadores, ostenta muchas carencias.
No solo de historias personales se conforma este grupo humano, al que también cabe destacarlo en su conjunto, ya que el equipo ha sabido ejecutar a la perfección el planteamiento trazado por Luis Enrique. Tanto la ejecución como el planteamiento han sido de sobresaliente. Y muestra de ello es el partido disputado en las semifinales contra Italia, el mejor disputado por el nivel del rival y la altura de la competición. Italia se topa con una España que le arrebata el balón para anular casi todo juego asociativo que venía desplegando en anteriores partidos los de Roberto Mancini (el cual calificó de equipazo al combinado español al finalizar el partido) y plasmar una ventaja constante de dominio español sobre el medio campo. Mediante Dani Olmo, Luis Enrique consigue la presencia de un jugador más en el centro del campo que permite la triangulación constante con Pedri y Busquets. Así pues, Olmo, con una posición de falso nueve y que tantos éxitos dio a la selección en épocas anteriores, permitió atraer y hundir a la defensa italiana para así encontrar el uno contra uno por el exterior. Además, el delantero, clarificó la línea de pase a Busquets, lo cual le permite al segundo, como bien he mencionado en párrafos anteriores, desplegar su mejor juego, y, por ende, contribuir al beneficio del equipo en su conjunto. A diez minutos de finalizar el encuentro y virtualmente eliminados, el de Tarrasa introduce un balón entre la defensa “azzurra” para asistir a Álvaro Morata, el cual celebró su gol con dedicatoria especial para el exfutbolista y comentarista Kiko Narváez. Un inconmensurable partido de Dani Olmo al igual que la mayoría del resto del plantel, que, de no haber sido por la victoria italiana, hubiese obtenido el trofeo de “Hombre del Partido”.
Esta selección, afrontó las semifinales ante una Italia con una racha de treinta y tres partidos sin conocer la derrota, con un nuevo récord de victorias seguidas (quince) en un torneo continental desde la fase de clasificación y siendo una de las mejores selecciones que ha desplegado su fútbol. Caemos, como he mencionado anteriormente, anulando su juego y en penaltis además de jugar bastante mejor. De sobra es conocido por parte de todos, que en este deporte vence el que más veces consigue anotar en la portería rival y, siendo muchos los condicionantes que determinan el devenir de un partido o una competición, si prestamos atención a la pizarra y a la táctica, solo hay una respuesta: España debe atacar y defender con el balón para tener mayor probabilidad de éxito. Como en El mito del eterno retorno, del filósofo e historiador Mircea Eliade y queriendo hacer una comparación un poco burda: si la esencia de lo sagrado se basa en el juego de posesión, toda aparición posterior debe de ser en realidad esa primera aparición; por lo que la imitación de un evento mítico es en efecto el propio evento mítico que está ocurriendo nuevamente. Es decir, el juego de posesión es el vehículo de un “eterno retorno” al tiempo de los orígenes, en este caso, al triunfo. Y es que para volver a tener una época dorada y dotar de existencia a esta selección, considero que estamos destinados a jugar en base a nuestra idiosincrasia en el terreno de juego. Obviamente, no volverán jamás los Silva, Iniesta, Xavi, Xabi Alonso, David Villa, Puyol, Fernando Torres o Casillas, entre otros, sin embargo, hay jugadores jóvenes que ostentan bastante capacidad y potencial para llevarnos de nuevo a la gloria actualmente. Y en ello se encuentra trabajando, incansablemente Luis Enrique, el cual ha demostrado ser el líder de esta selección, el que más desea ganar y el que cuenta con un plan para ello seleccionando a los mejores que se adecuan a su idea de juego y que, a mi juicio, casa con lo descrito anteriormente. El asturiano, ha sido completamente avasallado día sí y día también por el ego de los medios de comunicación de este país que, por suerte o por desgracia, no conciben a la selección española como la selección de todos. Al igual que con don Luis Aragonés, acabarán rindiendo pleitesía y perdón por los desafortunados titulares que nada habrán tenido que ver con lo visto en el terreno de juego y los resultados. Y es que, en su día, el “Sabio de Hortaleza”, acometió una de las mayores reestructuraciones nunca vistas para confiar en un grupo de jugadores que he mencionado anteriormente, a los cuales hizo creer y confiar en sí mismos de que eran capaces de vencer a quien se pusiera por delante. Tuvo que sentar a grandes jugadores para dar el control y las manijas de la selección a uno de los mejores futbolistas que ha dado la historia del fútbol español, a Xavi Hernández. Y Luis Enrique, ya ha demostrado su confianza por en ciertos futbolistas de los que, en un futuro, agradeceremos que depositase su confianza. Entre ellos se encuentran Éric García, Pedri como piedra angular, Ferrán Torres, Dani Olmo, Rodri o incluso el lesionado Ansu Fati. Si tuviese que pedir un deseo, sería el siguiente: que haga creer a este grupo humano de que es capaz de vencer a cualquiera que sea el rival, de que “del subcampeón no se acuerda nadie” y de que se deben de perfilar los errores existentes, los cuales no se pueden negar y deben servir para mejorar aún a día de hoy. Por tanto, creí, creo y creeré en Luis Enrique, no me bajaré “de su barco” hasta que demuestre lo contrario.
En vistas al futuro y dejando de lado el pasado, en el siguiente orden la selección española de fútbol debe de acometer la vuelta al trabajo para la preparación de los siguientes compromisos. En primer lugar, cuenta con la nueva oportunidad histórica de revalidar la medalla en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Para ello, cuenta con la presencia de jugadores que son fijos en la selección absoluta. A mi parecer, Luis de la Fuente cuenta con un plantel que ostenta serias aspiraciones de ser medallista. En segundo lugar, la selección absoluta tiene pendiente las semifinales de la UEFA Nations League, la cual es una buena oportunidad para resarcirse ante el rival que nos ha dejado fuera de la Eurocopa y proseguir desplegando el juego que nos caracteriza con el fin de puntualizar aquellos aspectos de mejora. Finalmente, sigue en juego la fase clasificatoria para el Mundial de Catar de 2022, en la cual nos encontramos en segunda posición con cuatro puntos por detrás de Suecia.
Como conclusión, en el fútbol como en la vida misma, se producen injusticias. Sin embargo, este te brinda oportunidades para revertir la situación. Tras años de bastante irregularidad, he sentido de nuevo emoción e ilusión de ver a mi país compitiendo en lo más alto de este bonito y a la misma vez cruel deporte, y es que, como bien decía Gustavo Bueno, dentro del papel que tiene el fútbol, “éste sirve como una de las pocas veces que funciona la unidad, la unidad de un Estado como tal”. Esa unidad se ha producido tanto dentro como fuera del terreno de juego en un grupo compuesto por las siguientes personas: A UNAI SIMÓN, DAVID DE GEA, ROBERT SÁNCHEZ, GAYÀ, JORDI ALBA, PAU TORRES, LAPORTE, ÉRIC GARCÍA, DIEGO LLORENTE, CÉSAR AZPILICUETA, MARCOS LLORENTE, SERGIO BUSQUETS, RODRI, PEDRI, THIAGO, KOKE, FABIÁN, DANI OLMO, MIKEL OYARZÁBAL, ÁLVARO MORATA, GERARD MORENO, FERRÁN TORRES, ADAMA TRAORÉ, PABLO SARABIA, LUIS ENRIQUE Y A SU CUERPO TÉCNICO: JESÚS CASAS, AITOR UNZUÉ, RAFEL POL Y JOAQUÍN VALDÉS, GRACIAS. Y es que, ojalá que pueda titular la entrada tras el Mundial de Catar en 2022 como diría don Luis Aragonés: “ganar, ganar y volver a ganar, lo conseguimos”.
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